Entre las muchas maravillas que caracterizan el Etna, hay que hablar de las numerosas cuevas volcánicas, que se formaron durante las erupciones volcánicas que dejan atrás simas reales en la tierra (llamados: cuevas de lava).
La longitud de estas cavidades es muy variable, desde unas pocas decenas de metros a más de un kilómetro. Muchas de estas cuevas, con extensión horizontal, se pueden visitar fácilmente. Visitando una cueva, se pueden entender algunas de las dinámicas y de los aspectos volcánicos realmente interesantes. Por otra parte, en la antigüedad, los hombres utilizaron estas cuevas como sitios de entierro, como lugares sagrados, y principalmente como lugares para mantener la caída de nieve durante el invierno, para su posterior utilización en los períodos cálidos como fuente de refresco.

La más famosa es sin duda la Cueva de Hielo, donde los hielos eternos mas a sur de Europa. Es la única cueva en el Monte Etna donde puedes encontrar hielo durante todo el año; por esta razón se cree que es el glaciar más meridional de Europa. La mejor época para visitarla es sin duda la primavera, cuando la nieve se derrite permitiendo el acceso externo a la cueva y, al mismo tiempo que puede ver las maravillosas instalaciones de hielo en el interior.

Otra cueva muy importante es la Cueva de las frambuesas, porque es uno de los túneles más largos de desplazamiento del Etna. Se entra a la cueva a través de una abertura a lo largo de una pendiente empinada formada por el colapso de material. En el muro sur de esta colina con vistas a una pequeña cavidad secundaria que consiste en un túnel corto seguido de una chimenea de 2 metros.